"Gracias a Dios no ha cambiado, sigue siendo el mismo"
¿Cómo es el Papa Francisco? ¿Qué podemos esperar de él?
Todos sabemos que nuestro Arzobispo nunca ha tenido "pelos en la lengua"
Ricardo Corleto, 16 de marzo de 2013 a las 09:46
el Papa nunca dejará de sentirse argentino y latinoamericano y siempre llevará en su corazón a nuestra Patria y a nuestro continente
(Ricardo Corleto, agustino recoleto y párroco en Buenos Aires).- Ante todo querría aclarar que siendo un simple fraile y sacerdote, con las opiniones que aquí expresaré, no pretendo de ningún modo comprometer a los pastores de la Iglesia o a quienes conocen más y mejor que yo a quien hasta hace tres días fuera el Cardenal Jorge Mario Bergoglio y hoy es el Papa Francisco.
Si escribo para Religión Digital es, simplemente, porque me lo han pedido y me han ofrecido la oportunidad de hacerlo; y lo hago tratando de expresar lo que puede haber percibido alguien que simplemente ha estado un poquito más cerca del nuevo Papa como Vicario Parroquial hace unos años y actualmente como Párroco en la Arquidiócesis de Buenos Aires.
Y comienzo con este interrogante porque, desde que el Cardenal Bergoglio ha sido elegido Papa, ésta ha sido "la pregunta del millón". No quiero, sin embargo, convertirme en un ejemplar más del inmenso grupo de "opinólogos", "vaticanistas" o "seudo vaticanistas" que tanto han proliferado en estos días.
Habemus Papam!
Los que pintamos algunas canas (y los que ya no pintan ninguna), hemos escuchado varias veces este anuncio; ¡Tenemos un Papa!, pero el 13 de marzo de 2013 pasará a la historia para los argentinos porque el Papa, el nuevo Papa, en este caso es un paisanonuestro.
Más allá de los datos meramente biográficos, que cualquiera de nosotros puede conocer con sólo "bucear" un instante por Internet. Creo que lo más importante es poner de relieve su figura y su actitud como Obispo; porque desde es desde esa percepción, me parece, desde dónde podemos intuir, tan solo intuir, lo que podemos esperar del Papa Francisco.
Los que vivimos por estas tierras "casi en el confín del mundo", creo que todos, quién más quién menos, conocemos al hasta hace poco era Arzobispo de Buenos Aires; todos hemos conocido personalmente su capacidad de cercanía con la gente, su sencillez personal que se ha manifestado de mil modos, desde hacerse la comida por sí mismo, pasando por la elección de vivir con toda sencillez y austeridad hasta usar, invariablemente, el transporte público. Todo eso es parte de la naturaleza del "padre Jorge" como a él mismo le gustaba presentarse cuando llamaba por teléfono a una parroquia.
Conocemos también su origen familiar (como los nazarenos conocían el de Jesús); el Papa proviene de una familia de inmigrantes italianos trabajadores, y nunca pretendió disimular o "retocar" ese origen. Sabemos de su nacimiento en el porteñísimo barrio de flores y hasta de su pasión por el futbol que se ha traducido durante toda su vida en su incondicional adhesión al club San Lorenzo de Almagro .
Jesús era el comentario de la multitud (Jn 7, 12).
Estas palabras tomadas del Evangelio según san Juan expresan el estupor que la gente sentía hace dos mil años ante la predicación de Jesús. Obviamente no pretendo igualar la persona del Salvador con la del nuevo Papa; lo que sí me parece bastante similar es la curiosidad que ya en aquel tiempo experimentaba muchísima gente por saber quién era Jesús el Nazareno; me parece que una curiosidad muy parecida es la que hoy mueve a muchos a querer desentrañar quién es el que hace tres días ha sido elegido Obispo de Roma y Pastor de la Iglesia universal.
Mucha gente en el mundo se habrá quedado asombrada de que, después de su elección y de la bendición "a la Ciudad y al Mundo", el nuevo Papa prefiriese dirigirse en autobús a la Casa de Santa Marta (residencia de los electores durante el Cónclave) junto con los demás cardenales, y no en la Limusina que lo esperaba. Muchos otros se habrán admirado de que el Nuevo Papa llevase sobre la sotana blanca la cruz pectoral de metal que usaba como Arzobispo y no otra más costosa; y puede ser que alguno hasta se haya "escandalizado" al ver que el nuevo Papa, antes de dar la bendición por primera vez, se inclinase para pedir al Pueblo que orase por él.
Pero los argentinos, sobre todo los porteños, nos dijimos a nosotros mismos: "gracias a Dios no ha cambiado, sigue siendo el mismo"; porque ese tipo de gestos, hechos porque expresan sus convicciones más íntimas, su esencia más profunda y sin el menor atisbo de demagogia; son los que ha hecho siempre, absolutamente siempre. Sin juzgar a ningún otro obispo, -nunca le he oído en tal actitud¬- y sin mirar a nadie "por encima del hombro" con esa especie de orgullo malsano que puede dar una pretendida austeridad.
Ésa ha sido siempre su habitual forma de ser: trasladarse en subte (metro) y colectivo (autobús); también ésa ha sido su forma habitual de dirigirse al Pueblo de Dios: simple y llanamente, y rogando siempre como un regalo de hermanos, que los fieles orasen por él. A todos, cuando se despedía, nos pedía: "Recen por mí". Como Papa no ha hecho nada distinto de lo que hacía como "Cardenal Primado" (salvo cambiar el color de la sotana).
Nosotros también lo hemos visto visitando las parroquias, sabemos de sus "sesiones de mate" con familias pobres de las villas miseria de Buenos Aires y de su audacia para decir a los poderosos del país precisamente lo que los poderosos no querían escuchar. En pocas palabras, todos sabemos que nuestro Arzobispo nunca había tenido "pelos en la lengua" y si bien se notaba que siempre pensaba lo que iba a decir y nunca decía nada sin haberlo pensado antes; una vez pensado y discernido, siempre, absolutamente siempre, decía lo que pensaba, pensaba lo que decía y vivía lo que predicaba.
Personalmente le he oído detenerse en las palabras que incluye el ritual de ordenación de diáconos "cuídense de toda avaricia que es una forma de idolatría", y repetírselas a los ordenandos varias veces, como gotas de Evangelio que debían caer en sus oídos lenta pero penetrantemente. Y a los seminaristas de Buenos Aires les dijo con claridad que quería "pastores con olor a oveja". Expresión gráfica para aludir a la cercanía y mutuo conocimiento que debe existir entre el pastor y los fieles, cercanía y conocimiento que no son más que los que Jesús expresara de sí mismo cuando dijo: "Yo soy el buen Pastor: conozco a mis ovejas, y mis ovejas me conocen a mí" (Jn 10, 14).
Pero al hablar del Cardenal Bergoglio (y así poder imaginar cómo puede llegar a actuar el Papa Francisco) creo que mi descripción sería incompleta si no dijera que nunca percibí que a nuestro Arzobispo "le temblaran las manos" al tomar una determinación. El Cardenal discernía personal y comunitariamente sus decisiones, pero una vez que las tomaba las tomaba en serio; y una vez tomadas hacía todo lo posible para sostenerlas y llevarlas a la práctica. Por eso creo que no deberá asombrarnos que sea firme en las decisiones que tome.
Tal vez alguien pensará que ha sido o será inflexible; me pregunto si más bien no deberíamos decir que será tenaz; lo que ciertamente creo que nadie podrá decir de él será que es "una caña agitada por el viento" (cf. Lc 7, 24). Creo, en este sentido que, como Papa, también sabrá moderar la prudencia y el consejo con la fortaleza y la firmeza de carácter.
¿Qué nos dirá el Papa Francisco? No dudo de que, como lo hizo en nuestro país, ahora también le podrá decir a quienes ejercen autoridad en el mundo, que la autoridad que han recibido deben usarla para hacer crecer a los más débiles y no para aprovecharse de ellos.
Estoy seguro de que, así como un día denunció las vanidades de nuestra "casquivana" ciudad de Buenos Aires, que muchas veces "maquilla sus heridas para no sanarlas"; ahora tendrá la valentía de señalar las vanidades del mundo, para que no maquillemos más lo que debemos curar.
Creo que, así como en Argentina defendió "la vida en sus dos extremos", es decir, la vida de los niños y la de los ancianos; ahora lo seguirá haciendo desde Roma y para todo el mundo.
«Unos opinaban: "Es un hombre de bien". Otros en cambio decían: "No, engaña al pueblo"» (Jn 7, 12).
Una vez más el Evangelio según San Juan nos dice cuán diferentes eran las opiniones que suscitaba entre la gente la persona y la actuación de Jesús. ¿Pueden los discípulos del Señor ser más grandes que su Señor? ¿Puede el Papa escapar a esta regla general? Honestamente creo que no. Durante los últimos pontificados lo hemos comprobado en las opiniones vertidas sobre los papas Pablo VI, Juan Pablo II y Benedicto XVI, cada uno querría tener "un Papa a medida", pero el Papa es ante todo un hombre, elegido y ungido por Dios para cumplir una misión, pero nunca deja de ser hombre y por eso, "un Papa que guste a todos" sólo existe en el mundo de la fantasía. Probablemente lo mismo ocurrirá con el Papa Francisco; algunos lo verán como el Papa ideal y otros se sentirán defraudados. Recordemos que sus paisanos también se sintieron defraudados por el mismo Jesús.
Por los medios de comunicación he oído en estos últimos tres días que algunos grupos esperaban que el Papa apruebe en el futuro prácticas tocantes a la moral cristiana que de forma sostenida han sido reprobadas tanto por el Evangelio como por el Magisterio constante de la Iglesia. Otros, en cambio, que aún anhelan que el Papa usase la tiara pontificia, se mostraron defraudados de que el Papa Francisco no usase la muceta roja, llevase una Cruz pectoral "demasiado sencilla" o se inclinase ante la multitud para pedir oración. ¿Qué decir a todo esto? Creo que en cada tiempo hay usos y costumbres respetables pero que pueden cambiar, considero que cada Papa tiene derecho a hacer sus propias opciones y use o no tal o cual vestimenta, no cambia nada de lo esencial en la vida de la Iglesia.
¿Un Papa argentino o un argentino Papa?
Así planteada, la cuestión precedente parece una tontería, y alguno podría preguntarse ¿acaso no es lo mismo? Creo que no. Creo que entre ambas partes de esta expresión hay un matiz. Un latinoamericano y más concretamente un argentino ha sido elegido Papa; creo que el Papa nunca dejará de sentirse argentino y latinoamericano y siempre llevará en su corazón a nuestra Patria y a nuestro continente; algo similar ha ocurrido con Pío XII y su amada Roma, con Juan Pablo II y la tierra polaca, con Benedicto XVI y su Alemania natal. Pero el Papa, en cuanto Pastor de la Iglesia, no es "argentino" y mucho menos es "el Papa de los argentinos"; el Papa es universal; y, ante todo es el obispo de Roma, "Iglesia puesta a la cabeza de la caridad", como dijera en el s. I san Ignacio de Antioquía y como el mismo Papa Francisco recordara en su primera alocución al Pueblo de Dios.
En estos días, al menos en Argentina, se han oído frases como: "tenemos a Messi, a Maradona, pronto habrá una Reina argentina y ahora el Papa es argentino"... Estos comentarios me parecen fruto de un chauvinismo increíble o de una ingenuidad impresionante. Repito, el Papa es padre de todos y hubiera sido de origen italiano o francés, zaireño o burundés, filipino, australiano o estadounidense el Papa siempre es el Padre de todos; y todos estamos invitados a amarlo y a seguirlo como a un Padre, hayamos nacido donde hayamos nacido.
¿Cómo podemos ayudar al Papa Francisco?
Creo que ésta pregunta que pongo al final debería ser la que tendríamos que plantearnos desde el principio. La pregunta más importante no es ¿qué podemos esperar del Papa? sino ¿cómo podemos ayudar al Papa?
Por supuesto, este pregunta tiene distintas respuestas según el grado de responsabilidad y servicio que cada uno tenga en la Iglesia. No será igual la ayuda que pueda prestarle un colaborador inmediato que trabaje junto a él en el Vaticano, que la que pueda brindarle una religiosa de vida contemplativa. Pero creo que al menos dos cosas podemos hacer por él y las podemos hacer todos.
Cuando era Arzobispo de Buenos Aires y ahora que ya es Papa lo primero que nos ha pedido es que recemos por él; recemos por él entonces, para que Dios le dé sabiduría y fortaleza para guiar con la palabra y el ejemplo al rebaño que le ha sido confiado.
En segundo lugar, tratemos de ser -nos lo dijo muchas veces- "una iglesia de puertas abiertas"; y no sólo de puertas abiertas para que la gente pueda entrar; sino también,una "iglesia de puertas abiertas" que nos impulse a cada uno de nosotros a salir a buscar al hermano que está desorientado para traerlo de nuevo a esta familia que es la iglesia; tenemos que salir para consolar al que está sólo o triste; tenemos que salir a misionar; ya que evangelizar es la función de toda la Iglesia -para eso existe- y esto debemos hacerlo todos, laicos, sacerdotes, consagrados y consagradas, obispos, cardenales y el mismo Papa. Esa es nuestra tarea principal, anunciar la buena y bella Noticia de un Jesús vivo y cercano a los hombres y mujeres de todos los tiempos, también del nuestro.
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