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Francisco: cuatro revoluciones que pueden renovar al Vaticano

lunes, 1 de abril de 2013

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Las diferencias entre su pontificado y el de su predecesor son muchas. Cuáles son los cambios radicales que pueden avecinarse
Crédito foto: EFE


El diario francés Le Figaro, que ha seguido con especial interés los primeros pasos de Bergoglio como Papaanticipa “cuatro revoluciones” que podrían tener lugar bajo su pontificado.

La primera semana, vaya y pase: la “nueva actitud” del Papa era “entendible”. Ese fue, según el diario francés, el comentario en El Vaticano.

“La segunda semana, muchos juzgaban que (Bergoglio) no podría continuar así, que debía empezar a ‘hacer de Papa’ (fare il Papa) como se dice en Roma. Es decir, ejercer el ‘oficio de Papa’, dejando de lado sus gustos y opciones personales. Pero esta tercera semana ha confirmado también el espíritu libre así como el carácter y la determinación de este hombre. (…) Quiere hacer evolucionar el sistema. Las cosas serias empiezan por lo tanto hoy y hasta el verano (junio). Mientras el mundo sigue bajo el encantamiento, el Vaticano está en estado de shock”, señala el diario que, a continuación, analiza qué cosas podrían cambiar en la Iglesia bajo este nuevo pontificado.


1. Autoridad papal

La reticencia de Jorge Bergoglio a usar la palabra Papa dice mucho de su concepción del Papado. Insiste en presentarse como “Obispo de Roma” y como un constructor de puentes hacia la periferia. Hacia “los “otros”, los que “no creen” o que profesan otra fe. “Se podría decir: Benedicto XVI fue un Papa del interior de la Iglesia Católica, Francisco quiere ir hacia el exterior”, concluye el diario.

Pero, dice Le Figaro, esta preocupación pastoral no es lo problemático; al contrario, es lo que esperaban de él quienes lo eligieron. Lo que sí despierta interrogantes es sunovedosa forma de ejercer la autoridad papal. No se coloca por encima sino en medio de sus hermanos obispos, como el primero entre ellos, pero con un sentido de servicio. “El que está más arriba debe servir”, dijo a los menores que visitó en una cárcel de Roma el Jueves Santo.

Algunos ya predicen una “desacralización” de la función, dice Le Figaro. Sin embargo, es un poco pronto para saber cómo ejercerá realmente la autoridad Bergoglio, un hombreacostumbrado a conducir desde hace ya varios años, primero como provincial de los jesuitas en la Argentina y luego como titular de la Iglesia en ese país. Los testimonios no hablan de falta de firmeza, precisamente. La flexibilidad en las formas no necesariamente implica debilidad en el fondo.



2. Liturgia

El papa Francisco no es un “litúrgico”, a diferencia de su predecesor, que sí lo era. “Ya demostró por su forma tan interior como despojada de celebrar la misa, que no está a gusto con cierta pompa vaticana”, dice el diario. Benedicto XVI dedicó parte de su pontificado a corregir algunos excesos litúrgicos que consideraba como una “simplificación y desacralización” que, al final, tocaban la propia sustancia de la fe. Pero parece que Francisco, que tiene la misma profundidad de hombre de Dios que su antecesor, no lo seguirá en esa vía litúrgica.


3. Concilio Vaticano II

Considerando las tomas de posición previas del Cardenal Jorge Bergoglio y su red de amistades, pareciera que la cultura del nuevo Papa está fuertemente inspirada por el “espíritu del Concilio”, entendido éste como la “apertura de la Iglesia al mundo”. Para Le Figaro, Bergoglio “no es un teólogo reputado sino más bien un Pastor sin igual (que) no debería complicarse con las sutilezas de la letra y el espíritu del Concilio Vaticano II, sino más bien dedicarse a aplicarlo concretamente a fin de volver a traer a las ovejas al redil, trabajando en particular en las periferias de la Iglesia y no en su sacristía”. “Y posando una mirada de latinoamericano, decididamente optimista, sobre el mundo, tal cual es”, agrega la nota. 

Pero hay un aspecto en el cual este pontificado puede marcar por el contrario una ruptura con la interpretación clásica del Concilio. La gran novedad es el intento de Bergoglio de“desacomplejar” a la Iglesia Católica en lo que hace al anuncio de Cristo, un tema tabú desde hace 40 años en las filas eclesiásticas. “Tabú porque el Concilio Vaticano II (1962-1965) rompió voluntariamente con una teología de la expansión que frecuentemente fue entendida como proselitismo y por lo tanto proscripta”. dice Le Figaro.

Sólo los movimientos tradicionalistas conservaron esa forma de proceder. Hasta que, en los años 1980, pero con un estilo muy diferente, también lo hicieron las nuevas comunidades, de tipo carismático, que practican una “evangelización directa”, en la calle. Tanto Paulo VI, como Juan Pablo II y Benedicto XVI, alentaron desde la cumbre este tipo de práctica pero ya la lógica interna de las parroquias, las conferencias episcopales y los seminarios había quedado formateada por una interpretación del concilio que evitaba todo proselitismo. Estaba mal visto evangelizar, en nombre de una teoría de la levadura en la masa, es decir, de que el cristiano, cuanto más invisible, más influía.

En realidad, el resultado fue que la Iglesia Católica cedió terreno a otras confesiones más “agresivas” en la transmisión de su mensaje.

Todavía en el sínodo sobre “Nueva Evangelización”, que tuvo lugar en Roma enoctubre de 2012, se impusieron estas teorías anti-proselitistas y todas las iniciativas de tipo carismático quedaron a un lado.

Ahora, nota el diario, es evidente que Jorge Bergoglio tiene un enfoque distinto: “Sin hacer grandes discursos, pero a través del ejemplo y sin complejo alguno, el nuevo Papa (…) está despertando en sus homilías encendidas a toda la Iglesia, a sacerdotes y laicos, implicando a cada uno de modo muy directo”, como cuando los exhorta a “salir” de las iglesias para “llevar el Evangelio” a las calles. 

4. Gobierno de la Iglesia

Hay incertidumbre en el Vaticano, no sobre la calidad de la persona del nuevo Papa, ni sobre su carisma, pero sí sobre las decisiones concretas que tomará. Las duras palabras del padreRaniero Cantalamessa, predicador oficial de la Casa Pontificia, el viernes santo en la basílica de San Pedro, frente al Papa y a toda la Curia, fueron significativas. Citando a Kafka, exhortó a la Iglesia a no convertirse en “un castillo complicado”, afirmó que “el exceso de burocracia, los residuos de ceremoniales, leyes y controversiaspasadas” son “impedimentos” que dificultan la transmisión del mensaje. “Llega el momento, agregó, en que hay que tener el coraje para derribar los muros de las salas” a fin de devolverle “al edificio la simpleza y a linealidad de sus orígenes”.

Y su frase final, dice Le Figaro, golpeó como un rayo: “Es la misión que recibió un día un hombre que oraba ante el crucifijo de San Damián, en Asís: ‘Ve, Francisco, repara mi casa’”.

“A buen entendedor…”, concluye el diario.

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